Cine e historia social: 13. Apuntes sobre mujeres obreras

Obviamente, el cine ha reflejado la división del trabajo, y ha sostenido tradicionalmente la dominación masculina, pero no faltan títulos que muestran su oposición a los valores –machistas- dominantes.
Aunque desde los inicios del movimiento obrero, el socialismo y el feminismo marcharon cogidos de la mano en innumerables ocasiones (comenzando por Mary Wollstonecraft, casi todas las grandes feministas compartían un rechazo del sistema capitalista), lo cierto es que, por lo general, este noviazgo no tuvo en el movimiento organizado la importancia que debía de haber tenido, tanto es así que más que de noviazgo algunos historiadores han hablado de divorcio. Incluso entre los sectores militantes, el feminismo resultó habitualmente una opción que raramente se aceptaba en la propia casa (“¿Quién nos va a coser los calcetines?”), y si acaso se apreciaba que tal o cual “compañera” ocupase un papel en el liderazgo como muestra de una posición “avanzada” e ilustre que quedaba muy bien en tanto que excepción.
Así por citar un ejemplo cercano, en la CNT se decía que Federica Montseny los “tenía tan bien puesto como un hombre”, y en plena revolución soviética –que había sido iniciada por las mujeres un 8 de marzo-, los bolcheviques más lúcidos se pudieron percatar que los obreros que estaban dispuestos a dar su vida por la revolución, también eran capaces de maltratar a su mujer...Esto quedaba bastante patente en una notable película cubana, Lucia (Humberto Sola, 1968), en particular en el soberbio capítulo final en el que la última Lucía, una miliciana enamorada, no consentía la opresión de los celos enfermizos y opresivos de su novio, un “compañerito” revolucionario en todo o casi todo lo demás.

Por Pepe Gutiérrez-Álvarez (Para Kaos en la Red)