sábado, 29 de diciembre de 2007

María Magdalena Campos-Pons: feminismo, cubanidad y negritud

Hay un momento a comienzos de los años 90 en que por primera vez en el arte cubano se observa ''lo femenino'' desde un lenguaje simbólico más subjetivo, algo hermético y polivalente. Temas que tocan la identidad femenina desde la exploración del sexo, la estratificación social y, en ocasiones, la diáspora. Artistas como Marta María Pérez Bravo, Tania Bruguera y Sandra Cevallos comenzaban, desde sus respectivos vocabularios, a explorar un arte que podía llamarse `feminista''.
El arte cubano no tuvo una Judy Chicago. Durante los años 60 y 70, era casi imposible desarrollar una obra artística desde el feminismo en un contexto donde todas las aspiraciones sociales de la mujer cubana se daban por sentadas. Fueron los aires de perestroika de los años 80 los que provocaron una tenue apertura que originó una redefinición del arte cubano.
Desde el año 1987 María Magdalena Campos-Pons comenzaba un trabajo novedoso que se insertaba dentro de la avanzada del feminismo multicultural y global de la época. La resonancia del aporte de Campos-Pons no puede subestimarse. De ahí la importancia de su retrospectiva, Everything Is Separated by Water, en el Museo Bass de Miami Beach, muestra ambiciosa que contiene instalación, escultura, video, fotografía y que recorre un período de casi veinte años de la artista cubanoamericana.Comencemos por las piezas que Campos-Pons exhibiera en el ISA (Instituto Superior de Arte), a fines de los años 80, donde se percibe una búsqueda que va desde el estereotipo hasta la represión sexual femenina. Son piezas híbridas, en parte pintura, en parte escultura, que en el contexto de la política de control de natalidad del estado cubano durante los años 70 y principios de los 80, no parecen ''celebrar la libertad sexual de la mujer en la revolución'' como lo insinúa la curadora Lisa Freiman en su ensayo al catálogo que acompaña la muestra. Por ejemplo, Anticonceptivo (una instalación de 1987, junto antes de la primera salida de Campos-Pons al Massachusetts College of Arts), parece más una indagación sin respuesta aparente: Vemos la cavidad uterina (¿enredada o protegida?) por una cuerda (¿o será la serpiente del símbolo de la vara de Esculapio?) ante una invasión de (¿gametos o diminutas islas de Cuba?).El Jardin erótico (1988) fue comentada en aquella época por el crítico Arturo Mosquera como una obra que parecía marcar una nueva dirección feminista incipiente en el arte cubano. Esa dirección continuaría con Todo está separado por el agua incluyendo mi cerebro, mi corazón, mi sexo y mi casa (1990), donde se aprecia una figura femenina desnuda (cortada y pintada sobre planchas de madera) seccionada en dos mitades; sus pies descansando sobre dos casitas, cada mitad dividida por una columna azul (simbolizando el agua) y rodeadas por alambres de púas. El vocabulario feminista se hace más marcado en Soy una fuente (1990), instalación donde partes del cuerpo femenino se asocian con ciertos fluidos considerados tabúes sociales (lágrimas, sangre, leche, sudor y escreta).Durante los años 90 tempranos se produce un cambio de dirección en la obra de la artista matancera que coincide con su residencia definitiva en los Estados Unidos. El tema feminista continúa, ahora mezclado con la cuestión fundamental de la raza negra y la santería. Aquellas instalaciones figurativas híbridas ceden ante un lenguaje más conceptual, donde convive la instalación y la fotografía polaroid de gran formato. A esa época pertenece Cordón umbilical (1991), una serie de doce fotos enmarcadas donde vemos los abdómenes y brazos de la madre y las hermanas de Magdalena: Estervina, Marta, Amparo, Eisy y Elayne, todas unidas por un cordón rojo cubierto con tierra, coronadas por la foto de la abuela María (la conexión directa con el continente africano).El crítico Ariel Ribeaux Diago confesaba que una de las obras más interesantes de la IV Bienal de La Habana (1991) fue Tra... de Campos-Pons (expuesta en el Museo Nacional de Bellas Artes). De acuerdo a Ribeaux Diago, la obra ''aludía a términos como trata, tráfico, trampa, transculturación, tránsito... un texto que se refería a todos los padecimientos de la raza negra a partir de su llegada al Nuevo Mundo''. Por su parte, el crítico y curador Jesús Rosado opina que el trabajo de Campos-Pons para esa época ya sugería una ``problemática racial de feminismo (no de panfletismo)... desde su experiencia como mujer negra en Estados Unidos y su conexión al diálogo multicultural''.La instalación Las herramientas del yerbero (1994) es acaso un punto culminante del show en el Bass. Entramos en un espacioso cuarto pintado de verde claro con delicadas siluetas vegetales; milieu mágico colmado de aromas de canela, vainilla, menta y tomillo, poblado por ''árboles'' o troncos huecos llenos de pequeñísimos agujeros, desde los cuales apreciamos mensajes sugestivos, como ''la Ceiba es el árbol sagrado por excelencia'', o ``la palma captura el rayo y es testigo de misterios''.When I Am Not Here/Estoy Allá es una obra colorida, lograda, que condensa eficazmente la historia de la diáspora negra; sufrimiento de siglos redimidos en el regazo de la fertilidad. Otra serie de 1994 como La identidad puede ser una tragedia y Abridor de caminos (1997), o la instalación de video sobre tablas de planchar con planchas y salvamanteles sobre el piso, titulada Spoken Softly With Mama (1998), muestran una búsqueda madura y sofisticada, donde el concepto de identidad (lo cubano por ejemplo, incluso lo femenino) se hace más maleable, menos esencialista. Es como si Campos-Pons se hubiera informado del feminismo preconizado por activistas negras americanas que defiende el universalismo sobre el etnocentrismo, como Pauli Murray, Bell Hooks y Alice Walter (prueba: aunque no hay rastro de la figura masculina en todo el show, no le echamos de menos).Obras más recientes de Campos-Pons, como Elevata (exploración del silencio y el color azul con la figura de la artista de espaldas exhibiendo largas y finísimas trenzas) o Constelación, donde el pelo de Campos-Pons (hecho trenza, capullo o enredado) deviene como dibujo sobre el gris de la emulsión sobre la superficie fotográfica, parecen apuntar a una abstracción minimalista.Aunque Campos-Pons es reconocida ya como una artista importante por una autoridad como el curador Okwui Enwezor (director de Documenta XI y decano del Instituto de Arte de San Francisco), creo que debe destacarse la jerarquía de su obra en el contexto más localizado del arte cubano contemporáneo. Campos-Pons es no sólo pionera del feminismo cubano, sino acaso el primer ejemplo del feminismo negro del arte cubano.

Fuente: elnuevoherald.com

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